Continúo haciendo
un resumen del estudio realizado por Luis Bonino, médico psiquiatra, titulado: “Micromachismos:
la violencia invisible en la pareja.”
Yo misma me
sorprendo de lo que leo y de las conclusiones finales en las que afirma que estos micromachismos ejercen efectos desbastadores sobre las mujeres y cómo acuden a centros de salud para intentar
remediar su estado. El hecho es que los síntomas son achacados a “ciertas
características propias de la mujer”. En fin, os recomiendo su lectura
detenidamente y si os interesa ampliar, podéis leer el
original.
MICROMACHISMOS ENCUBIERTOS:
Se realizan sin
intención aparente, por eso son muy efectivos y pasan desapercibidos.
No utilizan la
fuerza, sino el afecto, y propician actitudes que disminuyen el pensamiento y
llevan a la mujer a seguir la dirección
elegida por el hombre. Esto las hace confiarse afectivamente, provocando un
sentimiento de desvalimiento que favorece el descenso de la autoestima. Sus
efectos son coaccionantes y dan lugar a
cambios de estado de ánimo que se manifiestan en mal humor, frialdad o
estallidos de rabia sin motivo. Son desbastadores para la mujer pero resultan efectivos
para que el varón mantenga su poder. Se han podido detectar los siguientes:
-
Abuso
de la capacidad femenina de cuidado a través de sus roles de madre, esposa,
asistenta… Este aspecto mejora la calidad de vida del varón, sin que
habitualmente quede reconocido tal sobreesfuerzo físico y emocional que a las
mujeres les resta autonomía.
Maternalización
de la mujer. Se induce a que la mujer sea como una madre tradicional, y que su
conducta se dirija al cuidado del varón, quedando en segundo plano su propio
desarrollo personal o laboral.
Delegación
del trabajo del cuidado de los demás. Ante la creencia de que lo doméstico es
patrimonio femenino, será ella quien resulte encargada de cuidar a la pareja,
los hijos y los vínculos afectivos, incluso los de él. (suegros, suegras…) Así
el varón no carga con ese trabajo que resulta ineludible, pero que supone un
deterioro emocional y físico para ella.
Requerimientos
abusivos solapados. Son pedidos "mudos"
en los que la mujer actúa sin percatarse
que lo hace por coacción. Sirva de ejemplo el papel de niño tirano que
representa los varones cuando enferman, o el cuidado de los animales
domésticos, exigencias de comidas,
horarios o silencios…
Creación de falta de intimidad y no expresión de
sentimientos: Este es un recurso de dominación utilizado habitualmente. Son
maniobras de alejamiento que
“evitan el
riesgo de perder poder y quedar a merced de la mujer, más experta habitualmente
en el manejo de las relaciones de cercanía”
Este
hecho se puede observar en las siguientes actitudes:
•
Silencios. Se impone el no diálogo, no sentirse
obligado a dar explicaciones, algo que solo se pueden permitir los que tienen
poder. La mujer debe girar a su alrededor para detectar cuándo estará
disponible. “La insistencia de la mujer muchas veces es vivida por el varón como una
persecución que él niega haber originado.” Algunas de sus formas son:
encerrarse en sí mismo, no contestar, responder con monosílabos, no preguntar,
no escuchar…en definitiva, evitar decir las cosas que se piensan, oponerse a
cambios solicitados o que no sabe qué hacer para ganar la partida.
•
Aislamiento: Se trata de encerrarse en algún
espacio de la casa o en alguna actividad, a veces el requerimiento de
información por parte de la mujer es recibida con frases de enfado: ¡déjame en
paz!, ¡estoy ocupado!, ¡no me vengas con problemas!, ¡no me presiones!, ¡nunca
estás conforme!, ¡no me organices!, ¡lo hago a mi modo!, ¡estoy todo el día trabajando
y quiero paz! Muchas de estas expresiones suelen finalizarse con un ¡me tienes harto!
La secuencia: aislamiento-frases con ira-más aislamiento, suele ser muy
frecuente.
No reconocimiento de la valía de las mujeres y
no prestar atención a sus necesidades, valores o derechos, lo que conduce a una
necesidad de afecto. Esto provoca una sobrevaloración de las pocas muestras de
cariño que brinda el varón “
ya que lo escaso
suele vivirse como valioso”
. Un ejemplo es la frase: Si sabes que te quiero (o
que aprecio lo que haces), ¿para qué precisas que te lo diga?
Inclusión invasiva de terceros (amigos,
reuniones y actividades) Con esta maniobra dejan de existir espacios de
intimidad y a veces se acusa a la mujer de ser poco sociable.
Comunicación defensiva -ofensiva, utilizada más
bien para imponer que para negociar.
Engaños y mentiras, usadas para no perder su
poder de decisión: incumplir promesas, negar lo evidente, infidelidades,
ofrecer lo que no se está dispuesto a dar (comprensión y colaboración)…Estas
estrategias dan poder al varón en tanto que impiden un acceso igualitario a la
información.
Desautorización, basada en la creencia de que la
razón es monopolio del varón. Presuponen un derecho a menosprecias y conducen a
inferiorizar a la mujer a través de desvalorizaciones que hacen mella en la
autoestima femenina. Entre las observadas podemos decir las siguientes:
•
Descalificaciones hacia la mujer, no dándole el
derecho a ser valorada a menos que obedezca las “razones” del varón, y haga lo
correcto según él. Como ejemplo, vale el restar importancia y seriedad a las
opiniones femeninas, definir como negativos cambios positivos o desvalorizar
cualquier transgresión del rol tradicional femenino.
Terrorismo misógino. Se trata de hacer
comentarios descalificadores inesperados en público, utilizando la sospecha o
la culpabilidad y que dejan indefensa y confusa a la mujer: recordatorios de
las "tareas femeninas" no realizadas, comentarios descalificadores
del éxito femenino…
Autoalabanzas y autoadjudicaciones: Se
hipervalora lo que hace y aporta el varón y se autoadjudica espacios, objetos o
tiempos que se niegan a la mujer. Ej:
No dejarse enseñar por la mujer, autoadjudicarse el
coche más grande de la casa…
Paternalismo:
Con esta maniobra se enmascara la posesividad y el autoritarismo, haciendo
“por” y no “con” la mujer e intentando aniñarla para poder controlarla y evitar
que sea autónoma.
Manipulación
emocional donde el varón utiliza el afecto para el control de la relación, no
para el intercambio, emitiendo mensajes que generan inseguridad y dependencia
en la mujer.
·
Culpabilización:
se apela al no desempeñar correctamente su rol de esposa o madre, basada en la
creencia de que lo que debe hacer está definido y ella será la culpable por
naturaleza. Así se acusa a la mujer de cualquier disfunción familiar, de
disfrutar con otras personas que no sea su compañero afectivo, culparla de lo
que a él le pasa, etc…
·
Dobles
mensajes afectivos: Se emiten mensajes de afecto con un fin manipulativo,
dejando a la mujer sin posibilidad de reacción: si los acepta es manipulada, si
no, es culpada de no ser afectuosa.
·
Enfurruñamiento.
Son acciones que no gustan al varón y a las que no puede oponerse con
argumentos racionales. Ej Puede decir con cara de enfado “A mí no me importa que salgas sola “cuando esta decide salir sin él, pero que la hace sentirse culpable.
Autoindulgencia
y autojustificación frente a las tareas o actividades que promueven la
igualdad. Ocupaciones que al no hacerlas él, obligan a ser realizadas por ella,
como el cuidado de personas y de la casa. El varón pretende dejar claro que
esas no son sus responsabilidades. Un “
no
tengo tiempo” “
no puedo cambiar, los
hombres somos así” “es imposible para
mí” en realidad están llevando a un “¿
Para
qué quieres que cambie, si yo estoy bien?”
Impericia
y olvidos selectivos: Para evitar responsabilidades se declarará inexperto en
tareas y manejo de aparatos del hogar, limpiar la cocina, manejar la lavadora…Igualmente
presentará desmemoria para tareas que hace por imposición, no comprar alimentos
o regalos, citas médicas…
Comparaciones
ventajosas alegando que hay hombres peores que él y por tanto no debería
quejarse.
Seudoimplicación
doméstica: Es frecuente en varones progresistas que actúan como “ayudante” de
la mujer, asumiendo las tareas menos engorrosas.
Minusvaloración
de los propios errores y tachando a la mujer de exagerada en sus preocupaciones
por las cosas y las personas.
Dejo para una última entrega los Micromachismos de crisis y las conclusiones. Si habéis llegado hasta aquí, gracias.
(Weingarten, 1991) Citado por
L. Bonino.