Conseguir la igualdad entre los sexos es tarea difícil, aunque no imposible. Con estos escritos intento equilibrar la balanza y reconocer los méritos de muchísimas mujeres a lo largo de la historia, a la vez que analizar de dónde proceden tales desigualdades y así entre todos, hombres y mujeres, mujeres y hombres, luchar por un mundo más justo.

viernes, 10 de diciembre de 2010

¿Adoctrinar o entretener?

Todos hemos visto películas de Walt Disney y se las hemos ofrecido a nuestros hijos sin detenernos a pensar en el mensaje ideológico que llevan implícito. Películas dulzonas, ideas camufladas por músicas empalagosas, princesas bobas y príncipes valientes.
La factoría Disney se encarga de perpetuar los roles asignados a mujeres y hombres y de mantener el sistema de jerarquía social. Causantes, entre otros factores, de las desigualdades en nuestra sociedad. Si pretendemos terminar con estas divergencias habrá que comenzar por el principio, es decir, por la educación. Si a través de ella se han impuestos los valores que queremos erradicar, será mediante la enseñanza la forma adecuada para establecer otros parámetros más igualitarios.
Disney basa la transmisión de estos valores a través de los cuentos que todos conocemos y que sin duda forman parte de la tradición, pero una tradición distorsionada por los intereses de la elite que desde el siglo XVII utilizaron estas leyendas populares en su propio beneficio, creando los valores que les convenía y educando a los niños en los principios convenidos desde su más tierna infancia.
Todos conocemos el cuento de Caperucita , por poner un ejemplo. Procede de la tradición oral matriarcal muy anterior al siglo XVII. La historia es de una niña que gracias a su ingenio consigue evadirse de ser devorada por el lobo y es ayudada en su huida por otras mujeres. Perrault incluye un leñador que la salva convirtiendo a la niña en una persona inútil y dependiente además de estúpida.
Los cuentos se ponen por escrito en el XVII para que una clase privilegiada pudiera poseer esta tradición oral. Son discutidos por aristócratas y se seleccionan a su interés matizando las normas y los valores pertenecientes a una élite civilizada y desechando todo lo que de rebelión de clases o iniciativas femeninas pudieran tener. Los cuentos fueron el discurso aristocrático de valores, costumbres y modales que pudieran servir para educar a los niños a comportarse civilizadamente. Se trataba de adoctrinar no de entretener.
Cuando veamos películas de Disney debemos emplear un espíritu crítico y no ofrecerle a nuestros hijos algo que probablemente no son las ideas que pretendemos inculcarles: una educación en valores igualitarios, evitando en lo posible la adjudicación de roles en los que una de las partes es más fuerte o más sensible que la otra. No son los estereotipos la mejor forma de educar en la igualdad. Por tanto, examinemos minuciosamente el mensaje Disney y actuemos en consecuencia.

En este enlace se puede ampliar el tema: http://www.youtube.com/watch?v=bTtyCJV9FOc