Conseguir la igualdad entre los sexos es tarea difícil, aunque no imposible. Con estos escritos intento equilibrar la balanza y reconocer los méritos de muchísimas mujeres a lo largo de la historia, a la vez que analizar de dónde proceden tales desigualdades y así entre todos, hombres y mujeres, mujeres y hombres, luchar por un mundo más justo.

domingo, 18 de abril de 2010

SER MUJER

La visión de la historia ha tenido un sesgo androcentrista que ha condicionado la forma de valorar a la mujer. Interpretaciones interesadas con el fin de legitimar un modelo de sociedad establecido, como es el modelo patriarcal occidental.
Se ha dado por sentado una representación de la sociedad primitiva basada en unas premisas contemporáneas. Se le ha asignado unos valores que más o menos son los mismos que circulan hoy día. Esto es un intento de justificar la sociedad presente casi en todos sus aspectos. Justificar las guerras, la agresividad y el comportamiento masculino y femenino, como algo que “siempre ha sido así”.
Desde los tiempos bíblicos, Eva está en clara inferioridad con respecto a Adán. Además de estar a su servicio es considerada mentirosa y perversa. La religión colabora a este papel anulador de la mujer. Como ejemplo tenemos la matanza de mujeres, que durante siglos fueron acusadas de brujas y por tanto eliminadas. Estas mujeres acumulaban el saber, mientras los hombres permanecían en guerras continuas.
Ya en el siglo XIX, las Teorías Darwinistas tampoco hicieron un gran favor, se intentó demostrar que la mujer es inferior física y psíquicamente. La mujer queda finalmente relegada al ámbito doméstico sin posibilidad de ser inteligentes o tener una vida propia. Son sumisas y prudentes, es decir, como se las ha educado durante la época victoriana. Se impone un patrón social occidental y colaboran a afianzar la idea de que las mujeres deben tener los valores que se le atribuyen. Están en una sociedad que no admite cambios, que no quiere alterar su modelo de conducta y que no admiten escándalos. Una sociedad burguesa, reprimida sexual y moralmente.
Se asume totalmente la inferioridad de la mujer, para ello se establece una educación. Una educación distinta, que ponen de manifiesto los valores adjudicados a ellas desde el mundo masculino, es decir, la resignación, la obediencia, amabilidad, prudencia. Ser buena madre, buena esposa, buena hija…Se supone un instinto maternal que obliga a la mujer a cuidar de sus hijos y a encontrar satisfacción en lo que hace.
La literatura y los estudios se encargan de afianzar esta figura femenina despojándola de todo valor intelectual e incluso moral. Se crea un modelo de lo que debe ser una mujer.

Esta situación empeora en la etapa industrial y en la sociedad establecida sobre la base del trabajo no remunerado de la mujer, obligando y responsabilizando a los hombres a mantener una familia como único sistema de vida moral aceptada por la sociedad. Esto le obliga a trabajar continuamente, ser hombre es poder mantener una familia, su frustración consiste en pensar que su triunfo no es completo, de ahí su sentimiento de inferioridad que desahoga con la esposa que aún está en peor condiciones que él.
El sistema es perfecto para el trabajo industrial y la alienación que este supone. La mujer como supuesto ser inferior. Una esclavitud encubierta que se transforma en el descanso del guerrero, y en un anti referente para el hombre, considerando que ella no aporta nada al sistema.
Se crea una división sexual del trabajo y se crea un estado de dependencia entre ambos sexos. Es una construcción elaborada por los hombres que tienen el poder y que imponen una serie de valores beneficiosos para poder mantenerse en el puesto que ocupan.

Hoy día las mujeres son aparentemente más libres que hace años, pero solo en algunos aspectos. El sistema sigue encargándose de que la inferioridad con respecto al varón sea manifiesta, solo hay que ver algunos anuncios publicitarios o campañas estatales que comunican el peligro de enfermedad que tienen las mujeres, como seres inferiores. El estado y la ciencia se unen para prevenir enfermedades femeninas. Desde la época victoriana se ve a la mujer como un ser enfermizo y débil. Bajo el disfraz de ayuda, se intenta minar su autoestima mediante la publicidad de diferentes enfermedades sobre todo sexuales o relacionadas con la femineidad.
La mujer tiene osteoporosis, artritis, cáncer de mama, de útero, hemorroides, estreñimiento. Los hombres solo dolor de estómago…